Desde hace algunas semanas atrás percibo una singular expectativa por el anunciado arribo de la banda Hillsong United en el mes de noviembre, para ser más preciso el día 10 en la explanada del estadio monumental.
Con este ya son varios los eventos musicales cristianos, que se vienen realizando y que reúnen a multitudes de adolescentes, jóvenes y adultos, quienes concurren, - creo yo-, con el propósito de disfrutar de un tiempo de alabanza colectiva al Creador, lo cual me parece bueno, sin embargo me preocupa solo imaginar que el propósito de asistir a tales eventos sea una atracción por experimentar de lo superficial que ofrecen los conciertos “cristianos” contemporáneos, que por cierto nada tienen que envidiar a conciertos de los Cold Play, Eminem o Madonna.
Será quizá estos tipos de conciertos asolapados con la definición de evento cristiano, (antecedido de una muy bien elaborada estrategia de marketing y publicidad), es la gran oportunidad que muchos esperan para disfrutar una experiencia similar a la que uno consigue participando de un concierto mundano. Algo así como decir: para qué necesito ir a un concierto de los Soda Stereo y sentirme miserable en mi vida como cristiano y en mi comunión con Dios si en cambio tengo un grupo de jóvenes cristianos que ofrecen prácticamente lo mismo en cuanto a escenario, luces, efectos especiales y look, pero cuya letra alaba a Dios. ¿Auto convencernos de esto no sería una forma de sobornar nuestras conciencias para no sentir que defraudamos a Dios?
¿Qué es lo que en realidad le atrae hoy en día al joven cristiano a hacer un esfuerzo y juntar el dinero que necesita para comprar un boleto de entrada al concierto de los Hillsong? Me equivocaré si de repente sostengo lo siguiente:
“Hacer cola donde encontraré a otros chicos y chicas de casi mi misma edad, con quienes relacionarme, quizá obtener su número celular o su e-mail para mantener la comunicación, luego unir mi voz al de las masas asistentes coreando el nombre del grupo musical para que salgan a escena, gritar de efervescencia cuando se producen los efectos especiales, enloquecer cuando el cantante principal se acerca al borde del escenario y hay una muy estrecha distancia que separa al artista de su público, entrelazarse en abrazos mientras todos saltan simultáneamente entonando la letra de las canciones, o a lo mejor subir a una chica sobre mis hombros para que logre apreciar mejor el concierto mientras en un éxtasis y euforia demuestra que conoce de memoria todas las canciones del repertorio”.
Quizá suene un poco fuerte lo que voy a comentar, pero si a esa escena, la que acabo de recrear en el párrafo anterior, le añadimos dos cosas más, alcohol y los cigarros que dan risa, ya no habría ninguna diferencia con el mundo. Cuidado, sin darte cuenta puede ser muy delgada la línea que hoy te separa de una convicción auténtica de estar separado para Cristo o abrazar en tu corazón las cosas encaletadas del mundo.
¿Qué dice la Palabra de Dios respecto a los verdaderos adoradores?, la Palabra dice que Dios está buscando verdaderos adoradores, aquellos quienes le adoren en espíritu y en verdad.
Adorarle en espíritu porque Dios es espíritu, no existe concordancia en una adoración cuyo origen es la carne hacia nuestro Dios que en esencia es espíritu. La verdadera adoración, dentro de la cual se halla la alabanza es, de espíritu a Espíritu.
No podemos pretender como hijos de Dios, asistir a un concierto convencido de que es allí donde nos deleitaremos de una perfecta comunión entre hermanos redimidos y el Padre Eterno. Pensando con sensatez, ¿puede Dios glorificarse en medio de tales circunstancias?
No serán fines meramente lucrativos la aparición de nuevos grupos de música dizque cristiana hoy en día, después de todo existe un mercado amplio que puede consumir el material discográfico que producen o presentan dichos artistas, lo cual hace este negocio generosamente rentable. Es evidente que la colectividad cristiana ha llegado a ser en términos de marketing un amplio segmento o público objetivo de cuanto producto se lance al mercado de consumo disfrazado de producto cristiano con fines de edificación.
Pongamos los pies en el piso y no seamos tan inocentes, no es necesario ser teólogos o exegetas para sacar las conclusiones.
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