lunes, 23 de febrero de 2009

TRABAJANDO EN EQUIPO


*La tortuga y la liebre* (versión mejorada, y actualizada).

Una tortuga y una liebre siempre discutían sobre quién era más rápida. Para dirimir el argumento, decidieron correr una carrera. Eligieron una ruta y comenzaron la competencia.

La liebre arrancó a toda velocidad y corrió enérgicamente durante algún tiempo. Luego, al ver que llevaba mucha ventaja, decidió sentarse bajo un árbol para descansar un rato, recuperar fuerzas y luego continuar su marcha. Pero pronto se durmió.

La tortuga, que andaba con paso lento, la alcanzó, la superó y terminó primera, declarándose vencedora indiscutible.

*Moraleja*: Los lentos y estables ganan la carrera.

Pero la historia no termina aquí: La liebre, decepcionada tras haber perdido, hizo un examen de conciencia y reconoció sus errores. Descubrió que había perdido la carrera por ser presumida y descuidada. Si no hubiera dado tantas cosas por supuestas, nunca la hubiesen vencido.

Entonces, desafió a la tortuga a una nueva competencia. Esta vez, la liebre corrió de principio a fin y su triunfo fue evidente.

*Moraleja*: Los rápidos y tenaces vencen a los lentos y estables.

Pero la historia tampoco termina aquí: Tras ser derrotada, la tortuga reflexionó detenidamente y llegó a la conclusión de que no había forma de ganarle a la liebre en velocidad. Como estaba planteada la carrera, ella siempre perdería. Por eso, desafió nuevamente a la liebre, pero propuso correr sobre una ruta ligeramente diferente.

La liebre aceptó y corrió a toda velocidad, hasta que se encontró en su camino con un ancho río. Mientras la liebre, que no sabía nadar, se preguntaba "¿qué hago ahora?", la tortuga nadó hasta la otra orilla, continuó a su paso y terminó en primer lugar.

*Moraleja*: Quienes identifican su ventaja competitiva (saber nadar) y cambian el entorno para aprovecharla, llegan primeros.

Pero la historia tampoco termina aquí: El tiempo pasó y tanto compartieron la liebre y la tortuga, que terminaron haciéndose buenas amigas. Ambas reconocieron que eran buenas competidoras y decidieron repetir la última carrera, pero esta vez corriendo en equipo. En la primera parte, la liebre cargó a la tortuga hasta llegar al río. Allí, la tortuga atravesó el río con la liebre sobre su caparazón y, sobre la orilla de enfrente, la liebre cargó nuevamente a la tortuga hasta la meta. Como alcanzaron la línea de llegada en un tiempo récord, sintieron una mayor satisfacción que aquella que habían experimentado en sus logros individuales.

*Moraleja*: Es bueno ser individualmente brillante y tener fuertes capacidades personales. Pero, a menos que seamos capaces de trabajar con otras personas y potenciar recíprocamente las habilidades de cada uno, no seremos completamente efectivos. Siempre existirán situaciones para las cuales no estamos preparados y que otras personas pueden enfrentar mejor.

La liebre y la tortuga también aprendieron otra lección vital: cuando dejamos de competir contra un rival y comenzamos a competir contra una situación, complementamos capacidades, compensamos defectos, potenciamos nuestros recursos y obtenemos mejores resultados.

"Concertación y trabajo en equipo es positivo y consecuente a un verdadero patriotismo"

martes, 17 de febrero de 2009

NICK VUJICIC




lunes, 16 de febrero de 2009

¿QUE SIGNIFICA HONRAR PADRE Y MADRE?


"Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra." Efesios 6:1-3:

Es una bendición tener padre y tener madre. Entre los cristianos, hay muchos jóvenes que no tienen alguno de ellos, o a ninguno. Sin embargo, hay consuelo al saber que "el Señor es padre de huérfanos y defensor de viudas en su santa morada", y "Dios hace habitar en familia a los desamparados" (Salmo 68:5-6).

Si alguien ha llegado a ser cristiano faltándole uno de sus padres o ambos, sepa que en la iglesia va a encontrar socorro, y va a encontrar muchos padres, y muchas madres, y va a encontrar a muchos hermanos.

El Señor nos manda a que honremos a nuestro padre y nuestra madre. No dice "padres" en plural, sino que los individualiza. Es necesario honrar al papá, es necesario honrar también a la mamá. La promesa es clara: "Para que te vaya bien". El contraste es que si tú y yo no honramos padre y madre, podemos llegar a fracasar. El Señor no nos va a bendecir. El hijo que maldice, que deshonra a su padre o a su madre, se expone a que el Señor salga en su defensa. Porque Dios es Padre. Dios es el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

El primer conocimiento de Dios que algunos de nosotros tuvimos es este: "Padre nuestro que estás en los cielos ..." Dios es Padre. Y el Hijo (el Señor Jesucristo) honra al Padre. Él siempre honró a su Padre. Cuántas veces se refiere a su Padre.

Si tú lees en el evangelio de Juan, el Señor Jesús todo se lo atribuye al Padre. "Mis palabras me las dio mi Padre. Lo que hago, no lo hago yo, sino que lo hace mi Padre a través de mí". "El Padre que me envió ..." "Salí de mi Padre ... vuelvo al Padre". "Padre, la hora ha llegado, glorifica a tu hijo con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese". ¡Qué preciosa relación hay entre el Padre y el Hijo!

Entonces, Dios no tolera que alguien no honre a su Padre, porque Él mismo es Padre. Cuando nosotros no honramos a nuestro Padre visible tampoco estamos honrando al Padre que no vemos. Si puedo honrar a mi padre (que veo), me estoy sujetando a este Padre que no veo.

martes, 3 de febrero de 2009

¿CÓMO PUEDO SABER SI ESTOY ENAMORADO?


Nuestra naturaleza humana nos indica que el amor no es más que una emoción. Hacemos decisiones basados en nuestras emociones, y aún nos casamos porque nos sentimos ¿enamorados?. Esta es la razón por la que la mitad de todos los primeros matrimonios terminan en divorcio. La Biblia nos enseña que el verdadero amor no es una emoción que pueda ir y venir, sino una decisión. No debemos amar solo a quienes nos aman, sino que debemos amar aún a aquellos que nos odian, de la misma manera en que Cristo ama a los ingratos y malos (Lucas 6:35).
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no es indecoroso, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. (1 Corintios 13:4-7). Puede ser muy fácil enamorarse de alguien, pero hay algunas peguntas que debes hacerte a ti mismo antes de decidir si tu radar del amor te está guiando en la dirección correcta.
Primero, ¿esta persona es cristiana?, queriendo decir con eso que si ¿le entregó su vida a Cristo y confió únicamente en Él para su salvación?. También, si alguien está considerando entregar su corazón y emociones a una persona, deben preguntarse a sí mismo si ¿están dispuestos a poner a esa persona por encima de la demás gente, y poner la relación, una vez casados, en segundo lugar sólo después de Dios? La Biblia nos dice que cuando dos personas se casan, se convierten en una sola carne (Génesis 2:24; Mateo 19:5).
Otra cosa que uno debe considerar es, si esa persona es un buen candidato para convertirse en la posible pareja. ¿Ha puesto ya a Dios como lo primero y más importante en su vida? ¿Está dispuesto(a) a dar su tiempo y energía para ayudar a que la relación y quizá el matrimonio dure para toda la vida? ¿Es alguien que querría casarse? No existe un medidor para determinar cuando estamos enamorados de alguien, pero es importante discernir si estamos siguiendo nuestras primitivas emociones o siguiendo la voluntad de Dios para nuestras vidas.